El domingo pasado fui a dar un paseo con la familia a un monte cercano, para ver como estaba, después de 2 meses tras los incendios. El panorama era desolador:
Plantación de castaños quemados. Foto: Inés Glez |
Todos los arbustos, helechos, zarzas y herbáceas, desaparecidos. |
Además de estar todo quemado, la presencia de fauna era anecdótica, lo único que vi fue algún que otro insecto. Y lo que es más triste, apenas se escuchaban aves. Los pocos cantos que llegaban eran lejanos, de zonas aledañas que se salvaron del fuego.
La única buena noticia es que ya empiezan a asomar los primeros brotes verdes:
Los helechos ya empiezan a brotar |
Pequeño roble brotando. |
Al haber desaparecido toda la cobertura, quedan a la vista lo que parecen pequeñas madrigueras vacías. Nunca sabré si sus inquilinos murieron en el incendio o consiguieron escapar, aunque sospecho lo primero.
En este monte que fui de paseo no hay mucho eucalipto, pero el poco que encontramos ya estaba rebrotando, por supuesto.
Eucalipto rebrotando |
Tras los incendios se protegió el suelo con paja, para evitar una mayor erosión del suelo y la escorrentía de los nutrientes con las primeras lluvias.
Monte protegido con paja |
En definitiva, una imagen vale más que mil palabras. El monte ha ardido, pero no está del todo muerto. Veremos qué tal cuando venga la primavera.