Cuando el otro día os dije que cuando llegamos al castro estábamos agotadas, lo dije con razón; y he aquí el motivo de que acabáramos exhaustas.
Comenzamos el día visitando la "Fervenza de Vieiros", que es una pequeña ruta circular que hay entorno a una preciosa cascada.
Panel interpretativo |
La senda es pequeña y el paseo es apto para todos los públicos, pero tuvimos un pequeño problema con la señalización, que nos hizo replantearnos varias veces si seguíamos la ruta adecuadamente.
Serbal de los cazadores (Sorbus aucuparia) |
Afortunadamente el paseo era bastante sombrío, dada la gran cantidad y variedad de especies de árboles que había.
La cascada era toda una tentación, sobre todo con el calor que hacía.
Cascada de Vieiros |
Vista superior de la cascada |
Pasamos en coche cerca del castillo de Carbedo, y un poco más adelante vimos que había una ruta que pasaba por él, así que nos animamos a hacerla.
Castillo de Carbedo |
Esta ruta, al igual que la anterior, también tenía bastantes zonas sombrías, y dado que el paseo lo hicimos en pleno agosto, se agradece podemos caminar sin sufrir una insolación. Además, a lo largo de la ruta hay diferentes paneles interpretativos, y viviendas abandonadas típicas de la zona.
Como viene siendo habitual en este viaje, hicimos una parada técnica al lado del río, para refrescar los pies. Aunque en esta ocasión nos acompañó un perro, que se quedó un rato con nosotras, y nos acompañó luego en el camino de vuelta al pueblo.
Un amigo que hicimos durante el paseo. Él también tenía calor y quería refrescarse |
Cuando terminamos, y como estábamos cerca, quisimos acercarnos hasta la "Devesa da Rogueira". Ya estábamos bastantes cansadas, así que tras visitar el aula de la naturaleza, y charlar un rato con la bióloga que trabajaba allí, hicimos solo un pequeño tramo, para hacernos una idea y ver los paneles interpretativos...
...Y la verdad es que nos quedamos con ganas de más. Cuando vuelva al Courel, he de ir por ahí, fijo. Pero al ruta era demasiado larga y ya estábamos demasiado agotadas como para hacerla entera. Uno tiene que ser consciente de sus límites.
Y después de semejante tute, aún tuvimos las narices de ir a visitar el Castro de la Torre. ¿A que ahora entendéis mejor que nos costara tanto subir aquellos dichosos 300m?