Al amanecer del segundo día de nuestra estancia en Retezat, y tras desayubnar, emprendimos nuestra ruta hacia el Lago Bucura, donde hay otra zona de campamento, para una vez ahí emprender la subida hasta el monte Peleaga, a 2509m de altitud,
Mapa del parque. |
Nada más empezar la ruta nos encontramos con un ejemplar de lagartija, próximo a la zona de las tiendas.
La primera parte del ascenso al lago Bucura, era una zona de bosque, que discurre paralela al río Retezat, y desde donde pudimos ver algunas vistas muy bonitas del parque. Además de seguir viendo cascanueces (Nucifraga caryocatactes), pudimos ver bisbita ribereña alpina (Anthus spinoletta), picogordo (Coccothraustes coccothraustes) y piquituerto (Loxia curvirostra).
Durante la subida no nos pudimos resistir a recolectar algunas moras.
Rubus ideaeus |
Respecto a la flora, el parque presenta una gran variedad de especies, como ranúnculos, hipérico, arándanos (Vaccinium myrtillus), aliso verde (Alnus viridis), y diferentes especies de pináceas (Picea abies, Abies alba, y Pinus mugo, entre otros).
Gentiana clusii |
Scorzonera rosea |
Tras un ascenso que se nos hizo un poco largo, llegamos al mediodía al lago Bucura.
Llegando a lago Bucura |
Lago Bucura, es una serie de lagos glaciares. |
Tras un almuerzo algo escaso (no calculamos bien las provisiones), hicimos una breve descanso para empezar con ganas el ascenso hasta el monte Peleaga.
Bisbita ribereña alpina (Anthus spinoletta) |
Comienza el ascenso al monte Peleaga |
La mejor sorpresa una vez que empezamos el ascenso fue poder ver marmotas.
Marmota |
Motivados por la visión de estos ejemplares, seguimos animados el ascenso, creyendo que en el siguiente repecho, llegaríamos a la cima.
Ascendiendo por la morrena |
Se hizo de rogar, pero por fin llegamos a la cumbre, desde donde disfrutamos de unas vistas espectaculares.
En la cima |
Como en septiembre en Rumanía, anochece bastante antes que en España, emprendimos el camino de vuelta a nuestro campamento. Durante el descenso, nos pareció ver un águila moteada, pero un análisis un poco más exahustivo por parte de los expertos, nos hizo darnos cuenta que en realidad habíamos visto un águila real.
Llegamos al campamento, cuando ya había anochecido (afortunadamente llevábamos con nosotros linternas, sobre todo porque aunque había luna llena, en la zona de bosque apenas se veía nada).
Los chicos de slavamento que tenían su cabaña en Poiana pelegii (donde estaban nuestras tiendas), nos dejaron usar su cocina para hacer la cena, así que comimos con ellos en la cabaña, y pudimos recuperar fuerzas, asi como pasar un buen rato
Cena de confraternización |
Agotados, nos dirijimos a dormir. Otro día más nos esperaba en Retezat. ¿Veríamos por fin algún lobo u oso?
Fotos: Inés G. de Castro
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