miércoles, 20 de diciembre de 2006

El ADN (Segunda parte)

Ya hemos visto cómo es el ADN y cuánta información puede llegar a contener. Sin embargo, hay que hacer una precisión: la mayor parte del ADN (más del 90%) no codifica para proteínas y no parece tener función. Se le denomina ADN basura, aunque los últimos descubrimientos indican que quizá tenga una función estructural o de regulación de la expresión de los genes. Y hablando de genes, ¿qué es esa información que contiene el ADN y como se expresa? Pues bien, la información del ADN pasa a convertirse en una proteína a traves de dos procesos: transcripción y traducción.



Pero antes de ver estos dos procesos tenemos que explicar cómo se organiza la información en nuestro ADN. Como hemos dicho antes, en el ADN hay 4 letras. Mediante diversos experimentos (realizados por Nirenberg, Ochoa y Khorana; y sus respectivos equipos de laboratorio) se demostró que esas letras se agrupan de tres en tres en lo que se llaman tripletes o codones. Haciendo los cálculos oportunos concluímos que con cuatro letras en grupos de tres obtenemos 64 combinaciones posibles. Con estas 64 combinaciones o tripletes distintos se codifican los 20 aminoácidos que usamos para sintetizar nuestras proteínas.




Como hay aminoácidos que pueden ser codificados por más de un codón decimos que nuestro código genético es degenerado, ya que un código genético no degenerado implicaría una relación un aminoácido-un triplete; y no varios tripletes como es nuestro caso. Esta degeneración del código, lejos de ser un defecto, es en realidad una ventaja ya que permite una cierta plasticidad o margen de error a la hora de transcribir y traducir la información a proteínas.

El código genético está formado por tripletes, como ya hemos dicho, pero estos tripletes van uno detrás de otro y nunca se superponen. Además, si tuviéramos que leer el código genético, observaríamos que no hay "comas": no existen pausas ni espacios en blanco, debe leerse todo seguido de forma continua. Por último, este código genético, es decir, la relación entre tripletes y aminoácidos, es universal. Esto significa que en cualquier organismo el mismo triplete codifica para el mismo aminoácido. Todos los organismos del planeta compartimos la misma codificación del ADN. La excepción principal a esta universalidad del código genético es el código genético mitocondrial, cuya relación entre codones y aminoácidos varía un poco.

miércoles, 6 de diciembre de 2006

El ADN (Primera Parte)

El ácido desoxirribonucleico o ADN es una macromolécula que se encuentra en el núcleo de nuestras células, y la más importante, pues porta toda la información necesaria para el buen funcionamiento de cualquier organismo unicelular o pluricelular. La estructura física del ADN podríamos visualizarla como dos larguísimas tiras finas de papel que se enrollan una alrededor de otra (como si hiciésemos una trenza con sólo dos hilos).





En esas tiras de papel hay escritas letras, pero el abecedario del ADN sólo incluye cuatro: A, G, T y C; que corresponden a cuatro bases (unas moléculas más pequeñas que el ADN) llamadas adenina, guanina, timina y citosina; respectivamente. Además, cuando en una tira de papel encontramos una A, en la otra encontramos una T (y viceversa), mientras que si encontramos una C, en la otra encontramos una G (y viceversa). Decimos por tanto que las bases aparean con sus complementarias y esto significa que la información en el ADN se encuentra doblada, es decir, tenemos dos copias de la misma información.


Las letras en el ADN no siguen un orden monótono, sino que se pueden encontrar secuencias de todo tipo. En total, nuestro ADN cuenta con unos 3000 millones de pares de bases o letras, que visualmente sería considerar una tira de papel con 3000 millones de letras (y la otra tira de papel con los 3000 millones de letras complementarias). Es difícil imaginarse estas cifras, por ello vamos a hacer unos pequeños cálculos informáticos. Como el ADN sólo hace uso de cuatro letras, la información puede ser expresada como un grupo de dos bits; por ejemplo A=00; T=01; G=10; y C=11. Por tanto, si para codificar cada letra necesitamos dos bits, para codificar 3000 millones de letras harían falta 6000 millones de bits. Esto significa un total de 750 millones de bytes, que son 732421 kilobytes o más sencillamente 715,26 megabytes. Es decir, la información de nuestro ADN en bruto ocuparía un poco más de un CD-ROM. Si quisiéramos expresar la información almacenada en las dos tiras de papel tendríamos que hacer uso de 2 CD-ROMs y parte de otro; pero como ya hemos dicho que ambas contienen la misma información, con grabar un sólo disco y un poquito de otro tendríamos suficiente.

El ejemplo del CD-ROM quizá no sea todo lo gráfico que pretende: un disco de música suele ocupar un CD-ROM entero y uno podría pensar que tampoco es mucha información (tan sólo serían ¿cuántas? ¿15 canciones?). Por ello vamos a llevar nuestros cálculos un poco más lejos. Si abrimos un procesador de textos, y llenamos sólo una página con una combinación cualquier de A, T, G y C, al guardarla en formato .txt ocupará unos 2552 bytes. Como hemos visto antes, el ADN representa 750 millones de bytes. Haciendo una sencilla división obtenemos un total de 293887 páginas tamaño folio. Los libros que normalmente leemos son más pequeños que un folio (libros de bolsillo en rústica o incluso en tapa dura) de tal manera que harían falta 3 páginas de uno de estos libros para contener la información de un folio. Por tanto necesitaríamos un total de 881661 páginas para contener la información del ADN. Además, estos libros suelen tener de media unas 300 páginas. Teniendo en cuenta este último dato, obtenemos que harían falta nada menos que 2939 libros de bolsillo para almacenar toda la información contenida en el ADN.

martes, 21 de noviembre de 2006

Sinapsis inmunológica (por Mr.Grasas)

Hoy he decidido dejar aquí un pequeño artículo redactado en su día por Mr.Grasas, un antiguo usuario del foro de ciencia en el que lo escribió. Lamentablemente ya no participa en él, por lo cual no puedo pedirle permiso, pero estoy casi seguro de que no le importará que lo ofreza a todos los lectores de este blog.


Sinapsis inmunológica

Hola a todos, en el Investigación y Ciencia de este mes [Abril 2006] hay un reportaje muy interesante sobre el título que he puesto. Hay otros también chulos, pero os dejo un extracto de éste, que es de lo que controlo algo más. Está un poco modificado con otras informaciones que he encontrado.

Como ya sabéis, las células del organismo son como cotorras, que se pasan el día hablando entre ellas mediante señales químicas. En algunos casos, la comunicación lleva un mensaje que interesa a las propias células que intervienen en la conversación, mientras que en otros la finalidad es transmitir un mensaje que sólo tiene sentido en un nivel de organización superior. Vamos, como ocurre con las neuronas, aunque estas también se comunican entre sí con fines particulares. En el caso de la neuronas, la unión entre ellas para la comunicación se denomina sinapsis: es un puente proteico constituido por moléculas de adhesión y que delimita, a modo de tubo, una luz por la que se transmiten neurotransmisores y otras sustancias (a veces incluso sólo señales eléctricas). Esta es la sinapsis nerviosa.

Pues bien, desde hace unos años se conoce la llamada sinapsis inmunológica, verificada por el archiconocido A. A. Kupfer (un inmunólogo famoso). Son puentes muy similares a los anteriores en cuanto a estructura, pero que los establecen los leucocitos (glóbulos blancos), no las neuronas. Al igual que los de muchas neuronas, son bidireccionales hasta cierto punto. Con estas sinapsis, los leucocitos intercambian información con las células: se trata de una conversación similar a la de un policía cuando te pide la documentación. Es curioso que en esa conversación con la célula se respira una cierta "tensión" en el ambiente, pues mientras el leucocito transmite y recibe señales químicas de la célula, al mismo tiempo usa el citoesqueleto para movilizar todo su arsenal armamentístico: vesículas cargadas de ácidos, bases, compuestos clorados, enzimas, etc. Es como un policía que se pone nervioso y echa mano a la porra por si hubiera que repartir. Si la información de la célula le parece sospechosa, descarga todo su arsenal a través de la misma sinapsis, con la finalidad de desintegrarla. Si se considera incapaz para dicha labor, empieza a enviar señales desde otras partes hacia el torrente sanguíneo o linfático, para reclutar a otros combatientes que puedan eliminar a la célula sospechosa (tumoral o infecciosa). Es posible que tampoco se prive de soltarle una buena ración de su arsenal químico. El puente sináptico tiene la ventaja de ser unidireccional en lo relativo a transmitir elementos destructores: esto evita que la célula le pague al leucocito con su propia medicina, reenviándole sus propios agentes tóxicos.
Un error en la comunicación puede dar lugar a enfermedades autoinmunes, en las que las defensas confunden a las células inocentes con las sospechosas. En cambio, una célula tumoral, lo que hace es crear una documentación falsa (señal química idéntica a la de una célula normal) que engaña al leucocito.
Estas comunicaciones duran unos 2 minutos y también pueden establecerse entre leucocitos para "valorar" cómo de crítica es la situación y, entre todos, tomar la solución más apropiada frente al enemigo; además, sirven para presentar trozos de antígenos importantes en el reconocimiento de enemigos. Aquí, las sinapsis se llaman CsMA o Complejos Macromoleculares de Activación. Los linfocitos T (un amplio grupo de leucocitos) pueden unir más estrechamente los receptores dentro del puente establecido, lo que amplifica la señal. Es decir, actúan como un sonotone cuando hay poco antígeno que le pueda presentar el leucocito emisor.

Sin embargo, estas sinapsis inmunitarias tienen un gran inconveniente, y es que son aprovechadas por muchos virus (entre ellos el VIH) para entrar en la célula hospedadora. Todo tiene sus inconvenientes...


Saludos a Mr.Grasas allí donde esté.

martes, 24 de octubre de 2006

Biogeografía de islas

Aprovechando que en un par de días tengo que dar prácticas de conservación, se me ha ocurrido que podía incorporar al blog una de las prácticas que voy a dar, y que tiene como tema central la teoría de Biogeografía de islas, postulada por Mc Arthur y Wilson en 1967.

El trabajo de Mc Arthur y Wilson (1967) o la teoría de equilibrio en biogeografía de islas ha revolucionado la Biogeografía desde su aparición, ya que representó un cambio radical en el pensamiento biogeográfico. Hasta entonces los investigadores estaban focalizados principalmente en problemas históricos, y el tema dominante en biogeografía de islas era la teoría estática de Dexter: que la estructura de estas comunidades era fija en el tiempo, que era el resultado de eventos únicos de inmigración y extinción, y que el número de especies estaba determinado por el número de nichos de la isla. En oposición a esto, la teoría de Mc Arthur y Wilson se basa en el paradigma de los equilibrios dinámicos, es decir que existen fuerzas opuestas que, actuando constantemente sobre el sistema lo mantienen relativamente constante.
Mc Arthur y Wilson propusieron que el número de especies en una isla representa un equilibrio dinámico entre tasas opuestas de migración y extinción, dos procesos recurrentes que mantienen la riqueza de especies relativamente constante pese a cambios en su composición. El modelo puede representarse gráficamente al representar las tasas de extinción e inmigración en función del número de especies en la isla. Este número de especies va desde cero hasta un máximo (P), que corresponde al número en el pool de especies disponible para colonizar las islas desde el continente. Si comenzamos en una isla vacía, la tasa de inmigración es máxima y va declinando hasta que el número de especies es igual a P. Mientras que la tasa de extinción representa el caso opuesto, es cero cuando en la isla no hay especies que puedan extinguirse hasta llegar a un máximo cuando es máximo en número de especies en la isla.
En algún punto entre cero y P, las líneas que representan las tasas de extinción y especiación se encuentran, y este punto represente un equilibrio estable que, ante un aumento de cualquiera de las tasas, por efecto de la presión ejercida por la otra, volvería, teóricamente al mismo lugar. Por ejemplo si un evento natural causa una gran extinción, el número de especies baja temporalmente, y la tasa de inmigración aumentaría automáticamente (ver gráfica 1).

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Gráfica 1

¿Que ocurre si incorporamos el efecto del área y el aislamiento al modelo? Mc Arthur & Wilson asumen que el tamaño de la isla tendrá un efecto sólo sobre la tasa de extinción, dado que en una isla más pequeña, al ser las poblaciones más pequeñas estarán más sujetas a extinción. La misma lógica puede usarse para suponer que las tasas de inmigración estarán fundamentalmente influenciadas por el aislamiento de la isla. Independientemente de la habilidad de dispersión del organismo, cuanto más alejada esté la isla de la fuente de especies, menos probable será que estas especies lleguen a ella.
En resumen, el modelo explica que el número de especies aumenta con el área de la isla y disminuye con su aislamiento, y que no existen eventos de inmigración y extinción aislados, sino que el recambio es constante.
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Cuanto más alejada esté la isla de la fuente de especies, menos probable será que las especies lleguen a ella.



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En una isla más pequeña,al ser las poblaciones menores están más sujetas a extinción


La teoría de biogeografía de islas es de gran importancia en conservación, ya que se puede establecer una analogia entre islas y áreas naturales, ya que éstas serían como "islas rodeadas de mar hostil".El pequeño tamaño de las reservas conlleva que haya menos ambientes diferentes y que las poblaciones pequeñas sean más vulnerables. El aislamiento dificulta la llegada de nuevas especies y el reestablecimiento de poblaciones extinguidas.
Un adecuado conocimiento de las relaciones especie-área es de gran importancia en los estudios de evaluación y de inventario de la riqueza biológica de una determinada región. El problema de las relaciones especie-área está siendo reavivado por la creciente necesidad de conservar recursos amenazados por las transformaciones a gran escala. Resulta ahora claro que la cantidad de especies que pueden conservarse en una reserva natural de, digamos, 5 km2, es mucho menor a las que pueden conservarse en una reserva aparentemente igual, pero por ejemplo, de 1000 km2. El tamaño de la reserva, y su distancia a otras reservas, así como su forma, debido al efecto borde, determinan el número de especies que será capaz de albergar.


Fuentes:
www.efn.uncor.edu
www.mesoamerica.org.mx

jueves, 3 de agosto de 2006

Fauna costarricense

Mi compañero Rafa se fué de vacaciones a Costa Rica y ahora me ha enviado fotos para ponerme los dientes largos. Aquí van un par de ellas:


Esta tuve que mirarla dos veces antes de darme cuenta de que había algo ahí: una pastinaca semienterrada en la arena.


A pesar de la parsimonia que caracteriza a estos animales, el perezoso de la foto parece ser que hizo un pequeño esfuerzo por sonreir a la cámara.



viernes, 28 de julio de 2006

Captura de libélulas

Un biólogo puede trabajar en muchos campos. Pero me ha parecido interesante hacer un breve paseo por el trabajo del biólogo-investigador. Concretamente quisiera centrarme en el trabajo del biólogo de campo, dado que en el mundo de la investigación hay infinidad de temas en los que trabajar, y cada uno tiene su propia metodología. No es lo mismo alguien que hace trabajo molecular, que otro que se dedica a la taxonomía. Pero todos tienen algo en común...para poder conseguir los especímenes con los que trabajar han de ir "al campo" a conseguirlos (a no ser que críe los individuos en el laboratorio). Yo voy a hablar del trabajo de campo de un entomólogo, porque es el que conozco mejor. Para ser más explícitos debería decir el de un odonatólogo, ya que trabajo con libélulas.






Ejemplar macho de la libélula Anax Imperator (Anisoptera)










































Antes de ir al campo a capturar cualquier animal (o planta) hay que conocer su distribución y hábitat (es decir, dónde buscar), y su ciclo de vida (especialmente con ciertos animales...para saber qué hora es la mejor para capturarlos). Los métodos de captura son variables en función del animal (nasas -con por ejemplo tortugas-, jaulas, redes -con aves, peces o insectos-, trampas de luz -con insectos nocturnos-...etc). Para capturar libélulas (y otros insectos) se utiliza una manga entomológica. Los insectos capturados se guardan en un insectario portátil o en un pequeño sobre, como se puede observar en la imagen.




Capturar libélulas (anisópteros) es más complejo que capturar caballitos del diablo (zygópteros), ya que las libélulas, hacen giros más rápidos y son más veloces. La estación de vuelo de estos insectos es principalmente en verano. Varía según la latitud y el clima. En algunas zonas vuelan desde mayo a septiembre. En invierno, aunque no vuelan adultos se pueden capturar individuos en la fase larvaria.

Larva del zygóptero Ischnura graellsii

Para eso se necesita una manga similar a la de la imagen, pero con red más dura, para meter en el agua, ya que es aquí donde podemos conseguir larvas: ríos, embalses, estanques...son algunos de los hábitats donde localizarlas; sobre todo en los márgenes con vegetación. Si se quiere criar larvas en el laboratorio es aconsejable tenerlas en una cámara donde controlar condiciones de humedad y temperatura; para la alimentación de las larvas puede usarse nauplios de Artemia salina (para los primeros estadios larvarios) y Daphnia u oligoquetos del género Tubifex y Lumbriculus (para estadios larvarios más avanzados). Bueno, y grosso modo esto es lo básico para la captura y mantenimiento de Odonatos...cualquier duda que tengais podeis preguntar...y trataremos de ayudaros. Saludos.

martes, 18 de julio de 2006

Historia Natural de las Hormigas

Corrían las últimas décadas del siglo XVII y las primeras del siglo XVIII cuando se produjo en Europa, y especialmente en Francia, esa gran explosión intelectual que conocemos como La Ilustración. Y fué justamente en esa época cuando vivió y desarrolló sus investigaciones el físico y naturalista René Antoine Ferchault de Réaumur, francés, por supuesto, como sugiere su nombre. Desde la metalurgia hasta la botánica, pasando por la avicultura, fueron muchas y muy diversas las materias que despertaron su interés y a las cuales aportó contribuciones de uno u otro modo.

Si bien yo no sabría decir qué disciplina de la ciencia le debe más en cantidad o importancia de avances, tengo entendido que, en cuanto a literatura científica se refiere, su obra más destacable son las inacabadas Memorias Sobre los Insectos. Aunque la idea de Réaumur era publicar diez tomos, sólo seis llegaron a ver la luz: el primero dedicado a orugas y mariposas; el segundo a los enemigos de las orugas; el tercero a los insectos minadores de las hojas, a las polillas y falsas polillas, pulgones y sus enemigos, a los falsos pulgones y a la historia de las agallas de las plantas y sus insectos; el cuarto a los galinsectos y a las moscas de dos alas, el quinto versa sobre varias moscas de cuatro alas y el sexto se compone de suplementos sobre moscas de dos alas. Convendría aclarar aquí que en aquellos tiempos la clasificación de los seres vivos distaba mucho de la actual, y lo que Réaumur entendía por moscas no era lo mismo que entendemos nosotros, al igual que el de los galinsectos fué un grupo inexistente hoy en día.

No obstante, las memorias no terminan con ese sexto tomo de Réaumur. El séptimo tomo quedó inacabado, pero se conserva la parte que fué escrita, aquella en la que el naturalista francés nos habla de los escarabajos y parte de la que trata sobre hormigas.Y es esta última la que da nombre a este artículo.

La Historia Natural de las Hormigas fué traducida en su momento al inglés por el entomólogo W. M. Wheeler, quien agregó multitud de anotaciones, proporcionando así aclaraciones e informacion no carente de interés. No obstante, como por desgracia era de esperar, nunca se pudo leer en castellano... hasta ahora. Hace poco tiempo se publicó en nuestro idioma la traducción de la versión de Wheeler, en una edición de lo más interesante, y ya está a disposición de los que quieran ampliar un poco más su biblioteca. Es, en realidad, un libro poco recomendable si lo que buscáis es aprender sobre el apasionante mundo de las hormigas, más bien es un libro de un gran valor desde el punto de vista de la historia de la ciencia. Réaumur fué pionero en el estudio de la entomología mediante la observación y los experimentos, que describe cuidadosamente en sus textos, explicando procedimientos, resultados y conclusiones, a veces acertadas, a veces erróneas. El libro está inacabado, y sin embargo al final se pueden encontrar algunas de las notas que el autor incluyó en su momento, repletas de observaciones que probablemente consideró dignas de tener en cuenta a la hora de continuar lo que nunca acabó. Su lectura es tan sencilla que bien pudiera regalarse en su cumpleaños a un niño de doce años, y la presentación es bastante agradable, incluyendo incluso algunas fotografías de buena calidad en blanco y negro, aunque tengo que reconocer que, personalmente, me decanto por la postura de cierto crítico que lamentaba la presencia de estas en el lugar de ilustraciones de la época, las cuales hubieran sido más adecuadas dada la naturaleza del libro. Es mi modesta opinión, por supuesto. También echo a faltar la traducción de al castellano de algunas de las citas que Wheeler hace en sus notas, las cuales él dejó también en el idioma original, normalmente latín o francés. Siempre queda la esperanza de que en futuras ediciones se subsane este pequeño inconveniente.


No me queda, pues, otra cosa que recomendar este libro a los amantes de las ciencias naturales, en particular a aquellos apasionados de la zoología y la entomología, y a aquellos interesados en conocer un poco mejor la historia de la ciencia. Podréis hallarlo en diversas librerías por Internet, y si deseáis obtener más información, podéis dirigiros a los foros de www.lamarabunta.org dedicados a la mirmecología y en los que participan los artífices de la traducción del libro y de las fotografías que lo ilustran. Que lo disfrutéis.



lunes, 19 de junio de 2006

El polimorfismo

Polimorfismo (poly=muchas, morphos=forma) viene del griego y significa aproximadamente “muchas formas”. En biología, una especie polimórfica es aquélla que se caracteriza por la presencia de diferentes formas o tipos de colores en organismos individuales o entre organismos; en química, un compuesto polimórfico es el que puede cristalizar en, al menos, dos formas distintas (como el carbono, el cual puede cristalizar como grafito y como diamante) y en los lenguajes de programación, un objeto polimórfico es una entidad, como una variable o parámetro de subprograma, a la que se le permite tener valores de diferentes tipos en el curso de la ejecución. Por tanto, definiremos polimorfismo como la presencia de dos o más variantes genéticas o fenotípicas en una población que no se debe únicamente a mutación. 
El polimorfismo está ampliamente extendido en la naturaleza, tanto en el reino vegetal como en el animal, en donde se han descrito casos de polimorfismo en prácticamente todas las clases, desde los protozoos a los vertebrados. Además, podemos hablar de diferentes tipos de polimorfismo en función de los criterios que usemos en su clasificación:

- molecular, como los genes de grupo sanguíneo en los vertebrados.
-cromosómico, como pueden ser los cambios en la estructura y número de los cromosomas, que constituyen una clase especial de caracteres polimorfos.
-proteico, como son las proteínas que tienen diferentes secuencias de aminoácidos (distinta carga neta).
-inmunológico, como la producción de antígenos en vertebrados. Ej: grupos sanguíneos: Sistema AB0, Sistema MN, Sistema Rh.
-fisiológico, como el calabacín, que es muy variable en características tanto vegetativas como reproductivas




-fenotípico, como por ejemplo las variaciones de guisantes lisos/rugoso-verdes/amarillos, la presencia o ausencia de ciertas estructuras dentarias en los mamíferos, las venas de las alas o las alas enteras en los insectos, el modo de enrollarse la concha de los caracoles (dextral vs. sinistral) o la asimetría en los peces planos, son otros casos muy conocidos.



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Dentro de esta variante podemos hablar del polimorfismo:


+ mimético: es común en muchas especies de mariposas, en su mayoría tropicales, en las que se dan varios tipos de color dentro de una misma población, cada una de las cuales mimetiza una especie diferente de mal sabor y así consiguen protegerse de las aves insectívoras. Aunque en el género Papilio sólo las hembras son miméticas; en otros géneros pueden ser miméticos los dos sexos

+ de coloración: puede afectar a ambos sexos o a uno solo. Otro ejemplo de polimorfismo de coloración es el que se observa en las conchas de caracoles terrestres. El polimorfismo de coloración limitado al sexo femenino está muy extendido en lepidópteros y odonatos pero aparece raramente en coleópteros, lagartos, aves y en copépodos marinos.

Bibliografía:

Si te interesan los Odonatos (libélulas y los caballitos del diablo):
Estudio del mantenimiento polimorfismo en larvas de Ischnura graellsii Rambur, 1842 (Odonata: Coenagrionidae)


miércoles, 7 de junio de 2006

Los pétalos de la rosa

Las flores de los rosales silvestres tienen sólamente cinco pétalos, a diferencia de las que podemos hallar en floristerías o en jardines, que los presentan en gran número, formando varias capas. Como es natural suponer, los rosales domésticos descienden de los salvajes, pero entonces nos podemos preguntar: ¿de dónde salen todos esos pétalos extra?. Estas piezas de las flores, cuyo conjunto se llama corola, no son sino hojas modificadas a lo largo de la evolución, convirtiéndose en una estructura protectora y, generalmente, con otras funciones como puede ser atraer insectos exhibiendo vivos colores. 





Pero una flor presenta algo más que pétalos. Entre otras cosas, posee también estambres, en número variable según la especie, que, como la mayoría sabréis, son unos filamentos acabados en unos minúsculos órganos productores de polen. Si observáis las flores de plantas de la família de las rosáceas (entre las que se encuentran, además de los rosales, las zarzamoras, los perales, los manzanos, los fresales y muchísmas otras) veréis que el número de estambres es considerable. Pues bien, los jardineros, a lo largo de la historia de la humanidad, mediante la selección artificial, han logrado hacer llegar hasta nuestros días especies de rosales que han modificado varios de sus estambres hasta tomar la forma de pétalos, convirtiendo sus flores en efímeros objetos decorativos. Tendréis que reconocer que, a primera vista, no resulta muy evidente.

Yo me quedo con las rosas con espinas. ¿Y vosotros?.

Artículo cedido por cortesía de Registro de Delirios.