viernes, 28 de julio de 2006

Captura de libélulas

Un biólogo puede trabajar en muchos campos. Pero me ha parecido interesante hacer un breve paseo por el trabajo del biólogo-investigador. Concretamente quisiera centrarme en el trabajo del biólogo de campo, dado que en el mundo de la investigación hay infinidad de temas en los que trabajar, y cada uno tiene su propia metodología. No es lo mismo alguien que hace trabajo molecular, que otro que se dedica a la taxonomía. Pero todos tienen algo en común...para poder conseguir los especímenes con los que trabajar han de ir "al campo" a conseguirlos (a no ser que críe los individuos en el laboratorio). Yo voy a hablar del trabajo de campo de un entomólogo, porque es el que conozco mejor. Para ser más explícitos debería decir el de un odonatólogo, ya que trabajo con libélulas.






Ejemplar macho de la libélula Anax Imperator (Anisoptera)










































Antes de ir al campo a capturar cualquier animal (o planta) hay que conocer su distribución y hábitat (es decir, dónde buscar), y su ciclo de vida (especialmente con ciertos animales...para saber qué hora es la mejor para capturarlos). Los métodos de captura son variables en función del animal (nasas -con por ejemplo tortugas-, jaulas, redes -con aves, peces o insectos-, trampas de luz -con insectos nocturnos-...etc). Para capturar libélulas (y otros insectos) se utiliza una manga entomológica. Los insectos capturados se guardan en un insectario portátil o en un pequeño sobre, como se puede observar en la imagen.




Capturar libélulas (anisópteros) es más complejo que capturar caballitos del diablo (zygópteros), ya que las libélulas, hacen giros más rápidos y son más veloces. La estación de vuelo de estos insectos es principalmente en verano. Varía según la latitud y el clima. En algunas zonas vuelan desde mayo a septiembre. En invierno, aunque no vuelan adultos se pueden capturar individuos en la fase larvaria.

Larva del zygóptero Ischnura graellsii

Para eso se necesita una manga similar a la de la imagen, pero con red más dura, para meter en el agua, ya que es aquí donde podemos conseguir larvas: ríos, embalses, estanques...son algunos de los hábitats donde localizarlas; sobre todo en los márgenes con vegetación. Si se quiere criar larvas en el laboratorio es aconsejable tenerlas en una cámara donde controlar condiciones de humedad y temperatura; para la alimentación de las larvas puede usarse nauplios de Artemia salina (para los primeros estadios larvarios) y Daphnia u oligoquetos del género Tubifex y Lumbriculus (para estadios larvarios más avanzados). Bueno, y grosso modo esto es lo básico para la captura y mantenimiento de Odonatos...cualquier duda que tengais podeis preguntar...y trataremos de ayudaros. Saludos.

martes, 18 de julio de 2006

Historia Natural de las Hormigas

Corrían las últimas décadas del siglo XVII y las primeras del siglo XVIII cuando se produjo en Europa, y especialmente en Francia, esa gran explosión intelectual que conocemos como La Ilustración. Y fué justamente en esa época cuando vivió y desarrolló sus investigaciones el físico y naturalista René Antoine Ferchault de Réaumur, francés, por supuesto, como sugiere su nombre. Desde la metalurgia hasta la botánica, pasando por la avicultura, fueron muchas y muy diversas las materias que despertaron su interés y a las cuales aportó contribuciones de uno u otro modo.

Si bien yo no sabría decir qué disciplina de la ciencia le debe más en cantidad o importancia de avances, tengo entendido que, en cuanto a literatura científica se refiere, su obra más destacable son las inacabadas Memorias Sobre los Insectos. Aunque la idea de Réaumur era publicar diez tomos, sólo seis llegaron a ver la luz: el primero dedicado a orugas y mariposas; el segundo a los enemigos de las orugas; el tercero a los insectos minadores de las hojas, a las polillas y falsas polillas, pulgones y sus enemigos, a los falsos pulgones y a la historia de las agallas de las plantas y sus insectos; el cuarto a los galinsectos y a las moscas de dos alas, el quinto versa sobre varias moscas de cuatro alas y el sexto se compone de suplementos sobre moscas de dos alas. Convendría aclarar aquí que en aquellos tiempos la clasificación de los seres vivos distaba mucho de la actual, y lo que Réaumur entendía por moscas no era lo mismo que entendemos nosotros, al igual que el de los galinsectos fué un grupo inexistente hoy en día.

No obstante, las memorias no terminan con ese sexto tomo de Réaumur. El séptimo tomo quedó inacabado, pero se conserva la parte que fué escrita, aquella en la que el naturalista francés nos habla de los escarabajos y parte de la que trata sobre hormigas.Y es esta última la que da nombre a este artículo.

La Historia Natural de las Hormigas fué traducida en su momento al inglés por el entomólogo W. M. Wheeler, quien agregó multitud de anotaciones, proporcionando así aclaraciones e informacion no carente de interés. No obstante, como por desgracia era de esperar, nunca se pudo leer en castellano... hasta ahora. Hace poco tiempo se publicó en nuestro idioma la traducción de la versión de Wheeler, en una edición de lo más interesante, y ya está a disposición de los que quieran ampliar un poco más su biblioteca. Es, en realidad, un libro poco recomendable si lo que buscáis es aprender sobre el apasionante mundo de las hormigas, más bien es un libro de un gran valor desde el punto de vista de la historia de la ciencia. Réaumur fué pionero en el estudio de la entomología mediante la observación y los experimentos, que describe cuidadosamente en sus textos, explicando procedimientos, resultados y conclusiones, a veces acertadas, a veces erróneas. El libro está inacabado, y sin embargo al final se pueden encontrar algunas de las notas que el autor incluyó en su momento, repletas de observaciones que probablemente consideró dignas de tener en cuenta a la hora de continuar lo que nunca acabó. Su lectura es tan sencilla que bien pudiera regalarse en su cumpleaños a un niño de doce años, y la presentación es bastante agradable, incluyendo incluso algunas fotografías de buena calidad en blanco y negro, aunque tengo que reconocer que, personalmente, me decanto por la postura de cierto crítico que lamentaba la presencia de estas en el lugar de ilustraciones de la época, las cuales hubieran sido más adecuadas dada la naturaleza del libro. Es mi modesta opinión, por supuesto. También echo a faltar la traducción de al castellano de algunas de las citas que Wheeler hace en sus notas, las cuales él dejó también en el idioma original, normalmente latín o francés. Siempre queda la esperanza de que en futuras ediciones se subsane este pequeño inconveniente.


No me queda, pues, otra cosa que recomendar este libro a los amantes de las ciencias naturales, en particular a aquellos apasionados de la zoología y la entomología, y a aquellos interesados en conocer un poco mejor la historia de la ciencia. Podréis hallarlo en diversas librerías por Internet, y si deseáis obtener más información, podéis dirigiros a los foros de www.lamarabunta.org dedicados a la mirmecología y en los que participan los artífices de la traducción del libro y de las fotografías que lo ilustran. Que lo disfrutéis.