Todos tenemos nuestra particular visión de las cosas, vemos la belleza en lugares diferentes, nuestras mentes observan desde diversos ángulos de vista... Un paseante cualquiera verá un bonito paisaje cuando saque a pasear a su perro por el campo; un fotógrafo o un pintor tal vez aprecien la estética de las luces y las sombras, los colores y las formas; un amante de los pájaros oirá el canto de estos y apreciará cualquier rastro suyo entre las malezas y las ramas de los árboles y un constructor verá un estupendo lugar donde ubicar un campo de golf y una urbanización. ¿Qué vería un ecólogo?.
Viñeta tomada de la revista científica y técnica
de ecología y medio ambiente ECOSISTEMAShttp://www.revistaecosistemas.net
de ecología y medio ambiente ECOSISTEMAShttp://www.revistaecosistemas.net
Desde siempre el ser humano se ha dedicado a elaborar clasificaciones que le permiten ordenar mejor sus conocimientos. Pueden ser de naturaleza muy diversa, y con frecuencia las fronteras entre las distintas clases pueden ser algo indefinidas. En el caso de la ecología, la ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos con su ambiente (incluyendo el resto de seres vivos), se pueden seguir diversos criterios para definir múltiples subdivisiones: podemos considerar el ambiente (terrestre, acuático...), sociológico (pura, aplicada), podemos clasificar según el método de estudio empleado y de otras formas. La forma clásica es la división entre autoecología, demoecología y sinecología. Una más, discutible hasta cierto punto, obviamente, pero que aquí comentaré.
La autoecología podría definirse como la ecología de los individuos o de las especies, esto es, el estudio de la relación de una especie en concreto con su medio ambiente. Ramón Margalef, en su libro Ecología, dice que más bien vendría a ser una fisiología al aire libre. Entre los archivos de Ciencia en Red tenemos un artículo que tal vez pudiera entrar, al menos en parte, dentro de este campo, al versar sobre el fenómeno del polimorfismo en Ischnura graellsii en función de su interacción con otros miembros de su propia especie.
El objeto de estudio de la demoecología son las poblaciones. Ya no estudiamos los individuos de una especie en particular, ahora manejamos poblaciones como entes dinámicos, que crecen y decrecen, interaccionando con otras poblaciones y con el medio físico, y ejerciendo una influencia sobre estos a la vez que siendo influidas. Los modelos matemáticos surgen con frecuencia en este campo, y en los libros de texto sobre este tema hallamos multitud de interesantes gráficos que ilustran la evolución de una población en número de individuos en función del tiempo u otras variables. En este mismo blog hay una pequeña entrada cuyo tema pudiera considerarse ejemplo de esta parte de la ecología.
Si la autoecología estudia a los individuos y la demoecología las poblaciones, la sinecología sube un peldaño más allá y se centra en el estudio de los ecosistemas como un todo, como sistemas complejos que evolucionan con el tiempo, variando las relaciones entre sus partes internas; produciéndose flujos de materia y energía según determinadas pautas; interaccionando con otros ecosistemas, o tal vez pudiendo considerarse, junto con ellos, parte de un ecosistema superior. Etcétera, etcétera. Lamentablemente, por el momento, no disponemos de ningún artículo que pueda considerarse relacionado, aunque esperemos poder arreglarlo en poco tiempo.
Si nos fijamos en el cuadro del presunto ecólogo de la viñeta que aparece unas líneas más arriba, tomada prestada de la revista Ecosistemas (en la cual pueden hallarse muchos artículos serios y lectura recomendable) podremos deducir que probablemente se dedique precisamente a la sinecología. Cada uno de los recuadros que dibuja pudiera ser perfectamente algún elemento del ecosistema que tiene ante sí, por ejemplo los componentes de una red trófica, y las flechas que unen los susodichos representarían el modo en que se establecen las relaciones. Mientras tanto, el otro pintor tan sólo ve un vulgar árbol, sin apreciar todo lo demás, lo cual parece un punto de vista bastante pobre. Aunque sea sólo para poder disfrutar con la contemplación de las flechas, y descubrir lo que hay más allá, ya vale la pena estudiar ecología. ¿No?.
La autoecología podría definirse como la ecología de los individuos o de las especies, esto es, el estudio de la relación de una especie en concreto con su medio ambiente. Ramón Margalef, en su libro Ecología, dice que más bien vendría a ser una fisiología al aire libre. Entre los archivos de Ciencia en Red tenemos un artículo que tal vez pudiera entrar, al menos en parte, dentro de este campo, al versar sobre el fenómeno del polimorfismo en Ischnura graellsii en función de su interacción con otros miembros de su propia especie.
El objeto de estudio de la demoecología son las poblaciones. Ya no estudiamos los individuos de una especie en particular, ahora manejamos poblaciones como entes dinámicos, que crecen y decrecen, interaccionando con otras poblaciones y con el medio físico, y ejerciendo una influencia sobre estos a la vez que siendo influidas. Los modelos matemáticos surgen con frecuencia en este campo, y en los libros de texto sobre este tema hallamos multitud de interesantes gráficos que ilustran la evolución de una población en número de individuos en función del tiempo u otras variables. En este mismo blog hay una pequeña entrada cuyo tema pudiera considerarse ejemplo de esta parte de la ecología.
Si la autoecología estudia a los individuos y la demoecología las poblaciones, la sinecología sube un peldaño más allá y se centra en el estudio de los ecosistemas como un todo, como sistemas complejos que evolucionan con el tiempo, variando las relaciones entre sus partes internas; produciéndose flujos de materia y energía según determinadas pautas; interaccionando con otros ecosistemas, o tal vez pudiendo considerarse, junto con ellos, parte de un ecosistema superior. Etcétera, etcétera. Lamentablemente, por el momento, no disponemos de ningún artículo que pueda considerarse relacionado, aunque esperemos poder arreglarlo en poco tiempo.
Si nos fijamos en el cuadro del presunto ecólogo de la viñeta que aparece unas líneas más arriba, tomada prestada de la revista Ecosistemas (en la cual pueden hallarse muchos artículos serios y lectura recomendable) podremos deducir que probablemente se dedique precisamente a la sinecología. Cada uno de los recuadros que dibuja pudiera ser perfectamente algún elemento del ecosistema que tiene ante sí, por ejemplo los componentes de una red trófica, y las flechas que unen los susodichos representarían el modo en que se establecen las relaciones. Mientras tanto, el otro pintor tan sólo ve un vulgar árbol, sin apreciar todo lo demás, lo cual parece un punto de vista bastante pobre. Aunque sea sólo para poder disfrutar con la contemplación de las flechas, y descubrir lo que hay más allá, ya vale la pena estudiar ecología. ¿No?.
3 comentarios:
Me ha gustado mucho el artículo, y realmente creo que la ecología es una de las ramas de la biología que más campos abarca...Y me gusta precisamente porque interrelaciona muchos conceptos y te da una vision mas global de las cosas. A mi personalmente lo que mas me gusta es la ecología del comportamiento (que abarca tanto temas de etologia como de ecología).Felicidades por el artículo!
Saludos, esta muy interesanate tu blog, les invito a que vean el mío,
www.salvandoalplaneta.blogspot.com
Saludos desde México, espero sus comentarios, continúa así.
Muy buena entrada.
Sólo quiero hacer una observación respecto a la imagen y tu comentario de que el pintor sólo ve un "vulgar árbol" con su "pobre" punto de vista.
Verás, ser requiere una mentalidad bastante particular para hacer una representación bidimensional de un objeto tridimensional. El pintor no ve un vulgar árbol, ve líneas, formas y colores. El pintor ve lo que sus ojos perciben, no lo que su cabeza le dice que está viendo, y esa es una habilidad muy hermosa.
Ya se que tu intención no fue menospreciar la pintura, pero sentí la necesidad de decirlo.
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